Frank Kafka: La transformación y otros relatos.


En un veintiséis de abril de dos mil veinte a las tres y cincuenta y dos de la mañana tal vez esperabas, como muchas, las órdenes dictatoriales de mis impulsos por leerte y fue cuando la crisis se agudizaba y alteraba a la sociedad cuando me cuestionó tu interior. Vaya casualidad.  Pequeño y frágil mundo compuesto por más mundos.

Al iniciar me topé con un ensayo de su obra en vida y descubrí de sus temores y sus rechazos (de la amada e inalcanzable Felice que le propuso matrimonio tres veces y las tres veces le rechazó; de su padre que no comprendía el porqué de “rebeldía”. Y a la que nunca mostró algún afecto; de la propia editorial que veía una singularidad única de describir lo anárquico del siglo XX y lo que estos causarían a sus escasos lectores). Sus relatos plasmaron la duda ante lo desconocido y lo que implica a ello, ya sea por la monotonía o la complejidad de sus personajes, que un reflejo de los comportamientos de la sociedad de su época. La destreza en crear sus relatos de un tirón, arrinconado en una esquina de su casa bajo incontables noches solitarias, eran el preciado detalle de los que viven solos. Apartado en un nudo social y diferente, donde se aglomeran los sentimientos y los plasman inmediatamente. A lo que conocemos como disciplina. Conocía las teorías de Freud y de Nietzsche, tal vez porque predestinabas el augurio que recibirías en vida por tus obras.

El libro se toma la osadía de dividir en cuatro etapas su obra. La condena, El fogonero y la transformación, relatos provenientes de la etapa de creación temprana, describen la complejidad del ser ante la sociedad. Cuando acabó de escribir este último, confesó en su diario y a su mejor amigo Max Brod, que había descubierto su verdadera vocación: la literatura. Esto le trajo consigo problemas, ya que su padre deseaba que se dedicara al negocio familiar y que dejara de lado eso que solo le traería pobreza. Nace su amor hacia Felice Bauer iniciando uno de las mensajerías más apreciadas por la literatura. En la colonia penitenciaria y Ante la ley, relatos de su segunda etapa creativa se caracterizan por ser relatos inmersos en otros relatos de sí mismo. Había salido de una ruptura amorosa (Felice) y se dio cuenta –lo confiesa en sus diarios– que tenía más tiempo y más espacio en su mente para escribir. En este punto él se deshace de las cartas que recibía de ella y, consigo, deshace un gran aporte a la literatura actual. En su tercera fase se interna más en el judaísmo, buscando conocer más de sus raíces; aproximándose a la ideología sionista. Esto molestó a su padre que solo lo veía como un acto de rebeldía. En la cuarta y última fase, Maduró y agudizó su enfermedad –la tuberculosis lo había alcanzado– además de otras enfermedades como la esquizofrenia. En esa época conoce a Julie Wohryzek en el hospital, una mecanógrafa viuda de veintiocho años y que también enfermó de la misma enfermedad. Se enamora creando un vínculo más que afectivo. Se empezó a traducir, por primera vez, los primeros relatos al checo. Con sus últimas energías escribe y corrige Un artista del hambre, Josefina la cantante y algunos fragmentos de sus novelas que nunca vieron la luz cuando él estuvo en vida. Relatos que calcaban los enigmas de la mente humana frente a una característica particular.

Tal vez el confinamiento solo sea una espiral de puertas que se cierran y se abren continuamente mientras que a lo lejos se crean más puertas y se destruyen otras mientras escribo esto.


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