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Mostrando entradas de 2022

BREVES APUNTES SOBRE LA NARRATIVA DE RAYMOND CARVER

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  “Un poco de autobiografía y mucho de ficción, es lo mejor.” Decía en una de sus entrevistas. ¿Qué tanto? Me pregunto. Una vida bohemia, una ruptura matrimonial, alcohol, drogas y demás vicios que lo sepultaron en un cáncer que nunca llegó a superar, y que no le quitó cierto goce al escribir. La pulcritud de sus textos ( a pesar de todas las controversias con su editor) y la plena confianza de hacerlo cuando sentía la necesidad de realmente hacerlo.  Concisos , breves y a la vez profundos trabajos que le permitieron  alcanzar ese éxito que trasciende  por generaciones.  Realista sucio.  Bien catalogado, diría yo. Ya que  difícil  hablar de la  cotidianidad con tanto detalle como lo hacía él. Casi toda su obra estaba basada (directa e indirectamente) en crisis matrimoniales. Con personajes de clase media que intentan sobrellevarse, pero que caen en la costumbre y resignación. Lo resaltante es la perfección de sus tiempos y espacios narrativos. Tensos, tanto conflictivas y pesimista

Fin de los dos mil dieciocho. Presentación de "Más allá, donde todo nace".

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  1. Acerca del como surgió.      No soy bueno con las fechas, si estas no van relacionadas con algún hecho que me haya marcado. Podríamos iniciar, por ejemplo, en un determinado día de un diciembre de un año que no recuerdo. Lo que si recuerdo, y con tal nitidez, es la despedida de mi madre mientras me embarcaba al bus. Un largo viaje de aproximadamente ocho horas y un viento helado recibiéndome. Con quince años, creo, viajaba a Huancayo en busca del calor de mi padre. Lo importante fue que, sin querer, descubrí una identidad del que solo habitaban en los recuerdos de mi madre y diálogos de mis abuelos. Tradiciones, costumbres, creencias. La religiosidad ferviente de enero y octubre. Bruscamente, mi pubertad limeña era sedimentada con su nostalgia. Y que hasta hoy persiste. Historias y anécdotas que hacían que mi estancia de casi tres años fuera la mejor etapa de mi existencia.      El siguiente recuerdo es de un mes de enero en que parto de allí. Con una fuga digna de una adolesc

CUATRO POEMAS DESDE EL ENCIERRO

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  1 Madre, lo siento. La niebla de enero vuelve a habitar en mí. Ya no basta con ocultarlas en estas frágiles líneas Ahora brotan junto con mis miedos…   Extraño el viento, madre. Extraño que me recoja y me envuelva en su olvido y me expulse en otro mes que no sea este. En un mes donde tu calor me encuentre y me digas que ya no hay motivos para huir.   Pero la niebla es lo de menos, madre sino lo que habita en mí.       2. Tu ausencia transita desnuda por este cuarto ignorando las mañanas y sus bastardas estrellas. Quién sabe por qué. Crean grietas, exponiendo a los verbos que tiemblan al grito desmedido de tu silencio. Juegan con el eco de tu dolor, con aquella paternidad que habitó en el rincón más alejado de mi inocencia. Donde el brillo de los atardeceres nunca conoció el rencor de tu adiós.     3. Dos gallinazos atiborran mi alma compasivamente. ¡Soy yo!                      Les grito. Mientras un aura cansa

junio 27, 1993

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  Sobre una hoja de tristes colores ocres, inicia su travesía, temeroso, percibiendo mi presencia. Cruza por un grupo de fotos oxidadas por el tiempo. Por un campo de alcachofas que abriga la temerosa mirada de un niño de que aún no sabe realmente su destino en el mundo. Ese mismo niño, pero con meses de nacido, recostado sobre los asientos de un bus interprovincial. Tal vez fue su primer viaje. Un llanto ajeno. Una mirada cálida, la de su madre, que no deja de abrazarlo; frente a la antigua plaza de armas, con su abuelo y con la chica que le ayudaba a cuidarlo y que años después se volvió loca. Otra, un poco más borrosa, frente a un lugar indefinido de la nueva lima de los 90. Rodeado de pequeños de la misma edad descubriendo esa frívola realidad. Otra, en una manta, recostada sobre la espalda de su madre en una de las peores noches; frente a un grupo de vecinos que impacientes esperaban algo que nunca se supo. Una vela encendida frente al rezo sin sentido de aquel niño que cerraba su

BREVES APUNTES SOBRE LA OBRA POÉTICA DE JORGE LUIS BORGES.

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Me atrevo a escribir algunos apuntes referentes a la poesía del gran Borges. A Su ficción literaria que hasta hoy en día no terminamos de comprender. Y es que la prosa y la poesía no son equidistantes en su manejo de imaginación, nostalgia y recuerdos. A lo largo de su obra se refleja como se va desprendiendo del estilo barroco con el que creció.  Tal vez por la evolución de la escritura de su tiempo o por el desistimiento de su intento por imitar a la poesía de Whitman.(como el mismo lo acepta en uno de los prólogos) Así mismo, hay una desesperación casi tácita por encontrar su YO en este mundo. Adentrándose en su pasado (tanto histórico, personal y literario). Tal vez este pecando, querido lector, de ser imprudente con estos comentarios, pero me atrevo a decir que sus trabajos fueron más nostálgicos que ficcionarios (Claro, si tomamos de los primeros a los últimos). Lo común en todo ello es la pulcritud y el manejo de los versos endecasílabos, alejandrinos y la sonoridad al tema pr

LA POETA QUE LEYÓ A PANERO

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No recuerdo exactamente la primera conversación que tuve con ella, pero si la última. Una reunión del poeta Leopoldo María Panero con Carlos Ann y Bunbury en el psiquiátrico de las Palmas. Soy su hija, me respondió a mi reacción infantilmente efusiva de su pequeño video. Le comenté que esa es una de las más épicas entrevistas que he visto de Panero; especialmente cuando le coge de los huevos a Carlos. Este tipo es de los pocos poetas que respeto; me responde. De los que decían la verdad. Ahora casi todos quieren ser reseñados y demás y quedar bien con todos. No sé cuándo los escritores empezaron a ser tan tibios. ¿Tú crees que no te hubiera querido? Por lo menos tú eres hombre… Yo tengo que lidiar con una sonoridad hipócrita donde se cumple lo de Orwell: "todas somos iguales, pero algunas somos más iguales que otras". Si, creo que si… respondí tímidamente. Ese poeta que murió en un manicomio.   ¿Te has dado cuenta? Me interrumpió. Hay un extracto de una entrevista –le corté l

Principios de Asma

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          Una mirada pérdida en el reflejo de la ventana del bus. Una respiración agitada y una presión extraña en la espalda. El sudor helado, a pesar del sol de marzo, me hace dudar de lo que realmente me debe estar pasando. Para qué ir al médico, pienso mientras recorro las calles en   busca del tomo de Hegel. Sin suerte, para la próxima. Sudo más, tal vez por mi ansiedad y mi leve problema de sociabilizar. Busco entre los bolsillos de mi mochila y no hay respuestas. Se acabaron las pastillas. Alguien fuma a lo lejos, me atoro. ¿Acaso es...? No, no, sigo recorriendo estas calles de putas y cafichos . Un hermoso culo de una venezolana me hipnotiza por segundos. No justifica pagar doscientos soles por ello. Con ese dinero podría comprar 6 tomos más de esa enciclopedia que cada semana tiene menos tiraje. Una idea se cola entre los silbidos de mi garganta. Entre mis líneas ficticias, entre mi mirada turbia. El verano no es favorable para los que vivimos de la noche. Tengo sueño, más d

RETRATO DE UNA VARILLA DE MADERA QUE NOS SOSTENÍA.

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  En memoria de mi amigo Pablo. Nunca supimos cuando realmente empezó aquella manía tuya de jugar con el palo de la escoba. Cuando menos lo pensábamos ya estabas inclinándote con ella. Apegado a la pared de la sala, dibujando líneas imaginarias. Atrás había quedado el porte serio que te obligaba tu trabajo. Eras tú. Con expresión seria mientras fingíamos no verte, recostado, a veces sin camiseta, escuchando aquel programa olvidado en esa frecuencia olvidada. Otras veces guiado por las acrobacias de las series que veías, y veías reiteradas veces en madrugadas como esta. Tratabas de imitar aquellas destrezas de esos actores asiáticos. Esos movimientos acrobáticos inexplicables que tú creías constantemente. Muchas veces releyendo expedientes de tus casos. Amigo. Lo que si sé es la última vez que te pusiste a jugar con ella. Temblando por la enfermedad, te sostenías con dificultad. Seguías considerando en la bondad de la madera. –canaliza todo lo malo–. Aun lado, la radio con la misma

Retrato de una nube negra.

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  I Un puñado de nubes negras escapaba del viento. Venían del este. Y a pesar de lo escandaloso, nadie se percató   de ellas. Pues el humano era tan soberbio que nunca miraba arriba si no era para maldecir o pedir clemencia. II Una trató de burlarse de sus compañeras y se salió de la fila. Y se ocultó entre una humareda de un incendio de algún lugar que nunca se conoció. III Las demás hacían lo imposible para llegar hasta lo más alto del cielo. Pero el tramo les resultaba cada vez más doloroso. Muchas se difuminaban en pequeñas esporas grises, otras enloquecían y divagaban como muchas desorientadas nubes. Muy pocas seguían. IV –Ustedes no pertenecen aquí. –les dijo un par de cúmulos blancos que los vieron pasar. –regrésense. Algunos hicieron caso y descendían entristecidas. Otros, pocos, las ignoraron y siguieron subiendo ante los insultos desenfrenados. V Cansadas, se toparon con unas inmensas y alargadas nubes que transmitían paz (o eso creía). Imponentes, jugaban