¡Ay! FIL

 


Terminó la Feria del Libro de Lima (FIL). Y en ella se ciernen los suficientes argumentos de que se ha estado haciendo mal durante las últimas ediciones. Y no; no creo que sea una manera muy drástica con la que inicio este artículo. Este año, para muchos, nuestros objetivos y propósitos mutaron enormemente con la gran pandemia global. Nuestra amiga, FIL, tenía ya todo preparado para su edición número quince. Una edición impulsada por las grandes cifras de su anterior predecesor. Dijo con bombos y platillos que este año conoceríamos el mundo literario de Portugal. Luís de Camões, José Saramago, Fernando Pessoa, etc. Aún me retumban las palabras de Liliana Minaya, la presidenta de la Cámara de Comercio de Lima. Un júbilo total convertido, ahora, en un nostálgico recuerdo, mientras miro la presentación del nuevo formato. Digital. Sé que muchos saltaron de alegría al ver que la FIL, que a pesar de la burocrática incertidumbre que jugaba nuestro obtuso gobierno con los estados de emergencia, se alzó. Algo que, en mi opinión, no se debió hacer.

La odisea de los organizadores de tal magno evento al ver que las inversiones que ya estaban hechas se convirtieron, en muchos casos, en cuantificables gastos. Invertir nuevamente (y a última hora) para recluirse en un nuevo formato. Algo sin precedentes. Todos se mudaron a un rincón virtual. Y cambiaron a una temática que para mí resultaba improvisada. Y no por el tema en sí; ya que “Una mirada al Perú” es un tema muy delicado y bello que merecía un trabajo completo, sino por decirlo amplio. El patinaje que habrán de haber inducido a los patrocinadores y auspiciadores. Lo llamativo fue la ausencia de la PUCP, que abandonó a la Fundación BBVA junto con un nuevo integrante, RPP.

Los que más sufrieron fueron las pequeñas editoriales y librerías. Y si ya desde antes se escuchaban rumores de malos tratos hacia ellas, me pregunto: ¿En cuánto habrán cambiado? Me atrevo a decir que los precios de las entradas cambiaron a comisiones y que se les cargó disimuladamente a sus promiscuos arrendatarios. Cuando entre a su plataforma de multicolor y emotivas animaciones me topé con algo que me heló la sangre. Una insignia verde pálida que decía joinnus y que me daba la bienvenida a su tienda virtual. Muchas de las librerías y editoriales (grandes y chicas) ya venían trabajando con sus propias páginas y redes sociales ¿Por qué obligarlas a que corten momentáneamente ese salto final entre lector y vendedor? Y ¿Cuánto ganará joinnus por libro vendido? ¿Acaso no era esta la plataforma que se popularizó por sus problemas en las ventas de entradas por los partidos de futbol?

La concurrencia digital. El año pasado se veía las salas abarrotadas de fanáticos y lectores. Los murmullos por ofertas. Las largas colas para entrar. Los sorteos que se realizaban. Los autógrafos. Las fotos con sus escritores favoritos. El olor de un libro nuevo. El tacto sabio de uno antiguo. La rebaja. Las pequeñas etiquetas de colores que te insinuaban a romper tu presupuesto. Los recuerdos frente a esos tres imponentes caballos de bronce. Ahora todo se ha reducido a un puñado de centenares de espectadores perdidos en plataformas frías como Facebook, Instagran o Youtube. Escuché decir a alguien por los medios de comunicación que este era un paso importante para romper brechas, ya que podrían verlos desde otras regiones “alejadas” y de diferentes países. ¿Acaso no sabe que tenemos un alto déficit de conectividad? La mística de esta feria era que cada año uno esperaba crear su propio universo de lecturas por descubrir y recuerdos por crear. Un espacio donde todos eran todos, con algarabía en las presentaciones de libros. Ni que decir de las acostumbradas peleas tácitas entre los monstruos de Random House y Planeta. Eso fue lo que más se extrañó.

Las cifras aún no han sido reveladas por los organizadores, pero se sabe muy bien que no son nada comparadas con la anterior fecha. Eso estamos más que seguros. Solo me surgen preguntas que me gustaría que usted amable y empedernido lector me ayude a responder. ¿Se pudo evitar? ¿Cuánto han invertido y cuanto han ganado las pequeñas editoriales, sobrevivientes de esta enorme crisis que aún no termina? ¿Se logró con el objetivo de este año que era romper algunas de las “brechas” al acceso de la lectura? ¿Hay nuevos lectores gracias a este formato? ¿Por qué se trabajó con una mega plataforma y no con las que ya tenían las librerías y editoriales? Y la pregunta final que espero tenga pronto se tenga una respuesta ¿Harán lo mismo con la Feria de Ricardo Palma?



*Imagen extraída de internet

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